SMPR #Azaral7días7partos (Miércoles)
La semana del 19 al 25 de Mayo se celebra la Semana Mundial del Parto Respetado
bajo el lema "Parir es poder". Con la iniciativa #Azaral7días7partos
vamos a publicar un relato de parto diario para celebrar esta semana.
Serán 7 partos respetados y no respetados. Partos para aprender, para
compartir sentimientos...
Hoy Miércoles les cuento nuestro parto, el parto de Vidina y David. Aquí os lo dejo:
Hoy Miércoles les cuento nuestro parto, el parto de Vidina y David. Aquí os lo dejo:
No fue el parto soñado... No
pude elegir lo que quería... Pero aún así cada vez que lo recuerdo se me
dibuja una sonrisa. Ése día David vino al mundo a cambiarnos la vida del
revés y todo empezó así...
Era un sábado... Me desperté y al ir al baño vi que manchaba. Nada
alarmante. Estaba a dos días de cumplir las 40 semanas y hacía una
semana que había soltado el tapón mucoso. La fiesta empezaba... Tenía
contracciones esporádicas desde hacía días. A veces la cosa se animaba y
estaba dos horas con contracciones cada 10 minutos o menos. Pero luego
se paraba. Todo estaba preparándose para el gran momento...
Fui de esas pre-mamás que devoraban libros sobre el embarazo, parto y
lactancia... Sabía que quería un parto natural. Nunca temí el dolor y
estaba decidida a vivir mi parto plenamente. Había decidido parir en el Hospital Materno Infantil de Las Palmas. Había ido a una visita que organizaba el hospital para que
las futuras mamás conocieran los paritorios. Todo indicaba que no
existiría ningún problema para cumplir con mis deseos, pero surgió un
inconveniente. El exudado salió positivo. Me informé del protocolo del hospital para
mi caso. Si la bolsa se rompía y no había dinámica de parto se acababa el parto natural y por tanto el paritorio 8. Me decepcioné inicialmente (las expectativas, como dice mi comadre Elaine), pero pensé que aunque no pudiera
ser allí lo viviría igualmente como lo tenía pensado.
Volviendo a ése sábado... El día transcurrió tranquilo. Paseo con el
papi y ya sobre las nueve tras cenar sentí ganas de estar tranquila y a
solas. Le dije al papá que me iba a acostar y me puse en la cama a
oscuras sin ninguna intención de dormir... Al poco tiempo comencé a
sentir contracciones. Eran distintas a las de otras veces. Tiraban hacia
la espalda. No dolían gran cosa, sólo eran algo molestas... Pasaron las
horas y las contracciones no paraban. El papá vino a acostarse y le
dije que el momento se acercaba, que llevaba ya un buen rato con
contracciones y que iba al baño y a la vuelta contaríamos la frecuencia.
Me levanté y con el segundo paso se rompió la bolsa. Mierda... Justo la
situación que no quería que sucediera... Me habían dicho que al tener
el exudado positivo si la bolsa se rompía tenía que ir al hospital sin
demorarme por el riesgo de infección del peque (luego he leído mucho
sobre el tema y realmente la cosa no es así, pero eso da para otro relato). El líquido era claro, así que aunque había que ir no era
necesario darse una carrera. Me cambié y fuimos tranquilos al hospital. La anécdota, nos llevó mi suegro y paró de camino a tirar la basura :D
Una vez allí me pasaron dentro y esperé a que un tocólogo me valorase.
Las contracciones desaparecieron... Demasiada adrenalina por la rotura
de la bolsa y lo que suponía... Al explorarme ven que no hay dilatación, nada, pero al haberse roto la bolsa con exudado positivo
el protocolo dicta una inducción con oxitocina sintética. Primera
decepción... Me pongo un camisón y me pasan directamente al paritorio
que será testigo de las próximas 23 horas y pico de mi vida... Ahí ya el
protocolo dichoso me dio una torta de narices. Monitorización fetal
interna, vía para suero, antibiótico y oxitocina... No me faltaba ni un cable para mi
"parto natural". Bueno sí, la epidural... Me advirtieron de que las
contracciones que produce la oxitocina sintética son más dolorosas. Les
dije que ya veríamos, que por el momento no quería ponérmela. Entra el
papá por fin y nos explican que me empiezan a poner la oxitocina y que
cuando empiece a tener contracciones regulares y de buena intensidad
contaremos doce horas hasta que valoren de nuevo la dilatación. A las
04:00 ya las contracciones eran cada 5 minutos aproximadamente. Duraban
un minuto y tenían una intensidad buena. La matrona nos informó de que a
las 16:00 valorarían de nuevo la dilatación, a menos que hubiera algo
antes. Yo seguía muy tranquila. Las contracciones sólo molestaban. Era
soportable. A las 9 de la mañana cambian el turno y viene al paritorio
una nueva matrona. Isabel, un ángel. Máximo respeto. Habló conmigo sobre
lo que había pasado hasta el momento y se ofreció a traer una pelota
para sentarme y ayudar a dilatar. Me invitó a moverme y caminar dentro
de la limitación impuesta por la monitorización y la vía... Luego
permaneció en el paritorio siempre en segundo plano y atenta a lo que
necesitase...
No recuerdo la hora pero las contracciones se comenzaron a endurecer.
Dolía... Aún así podía con ellas... El papá me ayudaba mucho haciendo
masajes en la espalda. Había preguntado a la matrona cómo interpretar el
monitor de contracciones y así veía cuándo era el momento sin necesidad
de preguntarme. A las 16:00 se cumplían las 12 horas. Al examinarme, la
matrona me dice que no hay dilatación e informa a la tocóloga de
guardia. Me dicen que me dan 6 horas para ver si arranca la dilatación.
Si en esas 6 horas no estoy al menos de 3 centímetros me harán una cesárea... Me vengo abajo. Mi parto natural
no sólo se había convertido en una inducción sino que podía llegar a
convertirse en una cesárea... Lloro... Durante mucho tiempo, no podía
parar... Me dicen que si en algún momento hay que hacer cesárea de
urgencia y no tengo epidural tendrán que ponerme anestesia general. El
miedo a no ver a David nacer me invade y les digo que me la pongan... La
matrona me seca las lágrimas y me coge las manos mientras me pinchan en la espalda...
Un rato después ya no siento nada... Lejos de parecer un alivio para mi fue una desilusión, una derrota...
estaba completamente lanzada a vivir el parto completamente, pero el
miedo a no poder vivir ese momento en el que por fin pones piel a tu hijo, me pudo... Entre unas cosas y otras ya llevamos 16 horas allí.
Las horas
tras la epidural fueron raras... cambios constantes de postura porque el peque bajaba
pulsaciones, se acabaron los paseos y la pelota.... y por lo general caí
en un momento muy pesimista en el que me veía ya rajada en canal y sin
vivir aquella experiencia que tantas veces había recreado en mi mente
durante varios meses.
Las seis horas se convirtieron en 7, porque el equipo de tocólogos de guardia estaba en una cesárea de urgencia (era la noche de la final de la Eurocopa 2.012 y estaba la cosa un poco revuelta). Poco antes de éstas siete horas se despedía mi matrona por el cambio de turno (la segunda), deseándome toda la suerte del mundo y que la cosa por fin caminara (lo dicho, un ángel). Llegó un matrón. Muy dulce también, Nicolás se llamaba, hablaba siempre muy bajito, pero de alguna manera la complicidad con un hombre es algo distinta... no sé, yo lo sentí así... Me preguntó que cómo estaba, le dije que nerviosa... y me dijo que esperaríamos a que vinieran los tocólogos a valorar la situación... Yo creo que desde que me vieron a las 12 horas de parto sin dilatación ya me habían marcado todos con la C escarlata...
Por fin vienen los tocólogos... La tocóloga de guardia con otros dos más. Demasiada gente ya :(
Mientras me examina veo que sonríe (era una tía muy simpática)... y me dice... por fin ésto camina... estás de cuatro centímetros... Me entró un subidón... Le pregunto que si eso significa que nos libramos de la cesárea y me responde que no me lo puede asegurar pero que pinta bien, que si me veo con ánimos... le digo que por supuesto!!! Me dice que me dan cuatro horas para volverme a examinar y volvemos a decidir qué hacer. Le digo al papá que se vaya a cenar algo, porque la cosa sigue apuntando para largo.
Al poco tiempo se acaba la dosis de epidural y le digo al matrón que no la renueve, que como ya tengo el pinchazo hecho y si fuera necesaria más adelante que pusieran más... Me dice que sin problemas, que lo que yo vea. Empiezo un proceso de pensamiento positivo, de ilusión... Vamos a poder peque!!! vamos a poder!!! me decía...
Mi matrón se va a cenar algo y se queda otro matrón que está entre otro paritorio y el mío. No había pasado ni media hora y comienzo a sentir aparte de las contracciones (muy tímidamente, nada de dolores insoportables) unas ganas de empujar enormes.... Me revuelvo porque estoy incómoda y le digo al matrón que se había quedado que tenía ganas de empujar... Sonríe y me dice que no puede ser, que no ha pasado ni media hora desde que me vieron. Le respondo que no sé si es posible o no, pero que yo tengo ganas de empujar y voy a hacerlo. El hombre ve que la cosa va en serio y se acerca a la camilla. Yo estaba de lado y me levanta la pierna. Mientras, el cuerpo me pide empujar, y le hago caso... Me dice chica que estás en completa! Voy a avisar a tu matrón que vamos ya con el expulsivo, espera y no empujes aún... Como si fuera controlable... Yo le digo ya más en otro sitio que allí... por favor avisen al papi! Y allí sigo empujando pero con cierta contención... No porque me dijera que no empujara, sino porque papá se merecía estar allí. Había sido un compañero estupendo. Tranquilo, protector... el mejor.
En nada viene mi matrón y el papi que entra asustado porque no se esperaba que lo llamaran por megafonía. Yo ahí perdí bastante el control de lo que pasaba a mi alrededor. Estaba a lo mío, empujando como si me fuera la vida en ello en cada contracción, sabiendo que ya era inminente ver al peque.... No recuerdo cuánto tiempo duró el expulsivo. Más bien recuerdo que fue bastante breve... Mientras la tocóloga en la puerta me sonríe, una sonrísa de esas que te dicen cosas... ésta me decía ¡bien lo has conseguido! Sí, el peque y yo lo habíamos conseguido!!
Un buen pujo y me dice el papi que ya ve la cabeza!!! El matrón me dice que otro más y que pare cuando él me indique... Llega el siguiente pujo y noto perfectamente cómo sale su cabecita... Otro pujo más y noto el vacío... Una sensación de alivio... Lo siguiente... David en mi pecho, mirándome con aquellos ojos inmensos, con ese olor a vida... y en ese momento el mundo se para... No recuerdo nada durante un tiempo, sólo su cara. No se me olvidará nunca ese momento. Lo abracé y me enamoré directamente de él...
Luego, antes de pasar a la zona de puerperio... alumbramiento de la placenta y sutura de desgarro perineal sin mayores complicaciones. La placenta, maravillosa, sobre todo si piensas que es un órgano que tu cuerpo ha creado él solito para dar alimento a tu peque durante éstos meses. Es alucinante!
Ya luego a puerperio. Me quitan todas las porquerías que me han puesto durante el parto. Al final 23 horas... Ya ahí teteamos por primera vez...
Nunca olvidaré ese día, a pesar de que fue por momentos, angustioso. No olvidaré nunca esa primera mirada, ese olor, su piel, sus manitas, esa primera vez que se agarró al pecho para tomar su alimento... Ése día nació David y volví a nacer yo. A partir de ahí nada ha sido igual. Dejé de ser yo para ser nosotros. Hoy por hoy, lo recuerdo con mucha nostalgia por una parte y con la decepción de que las cosas no pudieron ser como yo las imaginaba. De él he aprendido muchas cosas y empecé a aprenderlas ese mismo día. Bueno, esta es nuestra historia... la del día que nacimos
Las seis horas se convirtieron en 7, porque el equipo de tocólogos de guardia estaba en una cesárea de urgencia (era la noche de la final de la Eurocopa 2.012 y estaba la cosa un poco revuelta). Poco antes de éstas siete horas se despedía mi matrona por el cambio de turno (la segunda), deseándome toda la suerte del mundo y que la cosa por fin caminara (lo dicho, un ángel). Llegó un matrón. Muy dulce también, Nicolás se llamaba, hablaba siempre muy bajito, pero de alguna manera la complicidad con un hombre es algo distinta... no sé, yo lo sentí así... Me preguntó que cómo estaba, le dije que nerviosa... y me dijo que esperaríamos a que vinieran los tocólogos a valorar la situación... Yo creo que desde que me vieron a las 12 horas de parto sin dilatación ya me habían marcado todos con la C escarlata...
Por fin vienen los tocólogos... La tocóloga de guardia con otros dos más. Demasiada gente ya :(
Mientras me examina veo que sonríe (era una tía muy simpática)... y me dice... por fin ésto camina... estás de cuatro centímetros... Me entró un subidón... Le pregunto que si eso significa que nos libramos de la cesárea y me responde que no me lo puede asegurar pero que pinta bien, que si me veo con ánimos... le digo que por supuesto!!! Me dice que me dan cuatro horas para volverme a examinar y volvemos a decidir qué hacer. Le digo al papá que se vaya a cenar algo, porque la cosa sigue apuntando para largo.
Al poco tiempo se acaba la dosis de epidural y le digo al matrón que no la renueve, que como ya tengo el pinchazo hecho y si fuera necesaria más adelante que pusieran más... Me dice que sin problemas, que lo que yo vea. Empiezo un proceso de pensamiento positivo, de ilusión... Vamos a poder peque!!! vamos a poder!!! me decía...
Mi matrón se va a cenar algo y se queda otro matrón que está entre otro paritorio y el mío. No había pasado ni media hora y comienzo a sentir aparte de las contracciones (muy tímidamente, nada de dolores insoportables) unas ganas de empujar enormes.... Me revuelvo porque estoy incómoda y le digo al matrón que se había quedado que tenía ganas de empujar... Sonríe y me dice que no puede ser, que no ha pasado ni media hora desde que me vieron. Le respondo que no sé si es posible o no, pero que yo tengo ganas de empujar y voy a hacerlo. El hombre ve que la cosa va en serio y se acerca a la camilla. Yo estaba de lado y me levanta la pierna. Mientras, el cuerpo me pide empujar, y le hago caso... Me dice chica que estás en completa! Voy a avisar a tu matrón que vamos ya con el expulsivo, espera y no empujes aún... Como si fuera controlable... Yo le digo ya más en otro sitio que allí... por favor avisen al papi! Y allí sigo empujando pero con cierta contención... No porque me dijera que no empujara, sino porque papá se merecía estar allí. Había sido un compañero estupendo. Tranquilo, protector... el mejor.
En nada viene mi matrón y el papi que entra asustado porque no se esperaba que lo llamaran por megafonía. Yo ahí perdí bastante el control de lo que pasaba a mi alrededor. Estaba a lo mío, empujando como si me fuera la vida en ello en cada contracción, sabiendo que ya era inminente ver al peque.... No recuerdo cuánto tiempo duró el expulsivo. Más bien recuerdo que fue bastante breve... Mientras la tocóloga en la puerta me sonríe, una sonrísa de esas que te dicen cosas... ésta me decía ¡bien lo has conseguido! Sí, el peque y yo lo habíamos conseguido!!
Un buen pujo y me dice el papi que ya ve la cabeza!!! El matrón me dice que otro más y que pare cuando él me indique... Llega el siguiente pujo y noto perfectamente cómo sale su cabecita... Otro pujo más y noto el vacío... Una sensación de alivio... Lo siguiente... David en mi pecho, mirándome con aquellos ojos inmensos, con ese olor a vida... y en ese momento el mundo se para... No recuerdo nada durante un tiempo, sólo su cara. No se me olvidará nunca ese momento. Lo abracé y me enamoré directamente de él...
Luego, antes de pasar a la zona de puerperio... alumbramiento de la placenta y sutura de desgarro perineal sin mayores complicaciones. La placenta, maravillosa, sobre todo si piensas que es un órgano que tu cuerpo ha creado él solito para dar alimento a tu peque durante éstos meses. Es alucinante!
Ya luego a puerperio. Me quitan todas las porquerías que me han puesto durante el parto. Al final 23 horas... Ya ahí teteamos por primera vez...
Nunca olvidaré ese día, a pesar de que fue por momentos, angustioso. No olvidaré nunca esa primera mirada, ese olor, su piel, sus manitas, esa primera vez que se agarró al pecho para tomar su alimento... Ése día nació David y volví a nacer yo. A partir de ahí nada ha sido igual. Dejé de ser yo para ser nosotros. Hoy por hoy, lo recuerdo con mucha nostalgia por una parte y con la decepción de que las cosas no pudieron ser como yo las imaginaba. De él he aprendido muchas cosas y empecé a aprenderlas ese mismo día. Bueno, esta es nuestra historia... la del día que nacimos
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Abrazos,
Pe.